En la arquitectura, la mayoría de las prácticas giran en torno a la entrega de proyectos a los clientes. Las oficinas están moldeadas por plazos, presupuestos y documentos claros. Aunque esta estructura produce edificios, rara vez deja espacio para que los arquitectos/as cuestionen temas más amplios — sobre cómo vivimos, cómo están cambiando las ciudades, o qué exige el futuro del diseño. Pero junto a este sistema enfocado en la producción, ha surgido un movimiento más silencioso: estudios, colectivos y fundaciones que priorizan la investigación, la experimentación y la reflexión. Estos son los think tanks de arquitectura — espacios diseñados no para construir de inmediato, sino para pensar primero.
La idea de un think tank no es nueva. Tradicionalmente encontrados en la política, la economía o la ciencia, los think tanks reúnen a expertos para estudiar problemas complejos y proponer soluciones. En la arquitectura, su auge revela una tensión en el corazón de la disciplina. Si la arquitectura ha de seguir siendo social y ambientalmente relevante, ¿puede seguir confiando solo en prácticas impulsadas por los clientes? ¿O debe abrir espacio para una indagación más lenta y profunda?
Los think tanks de arquitectura desafían los límites entre la teoría y la práctica, la construcción y el pensamiento. Difuminan roles, mezclan métodos y redefinen lo que significa ser arquitecto hoy. En un momento de crisis global superpuestas, este cambio no solo es oportuno — podría ser necesario.
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La necesidad de investigar desde dentro
La arquitectura ha operado durante mucho tiempo dentro de un sistema basado en comisiones, respondiendo a las demandas de los clientes, restricciones medibles y objetivos definidos. Pero la complejidad de los desafíos de hoy — desde el cambio climático hasta la disrupción tecnológica — ha expuesto las limitaciones de este modelo. Para seguir siendo relevante, la arquitectura debe evolucionar de una profesión reactiva a una proactiva. Una vez considerada periférica, la investigación está surgiendo ahora como una herramienta necesaria para anticipar y dar forma al cambio.
Dentro de este cambio, algunas firmas han establecido unidades de investigación paralelas — plataformas semi-autónomas para la indagación especulativa más allá de la entrega inmediata de proyectos. Think tanks integrados como AMO (OMA) o GXN (3XN) ejemplifican este modelo, mientras que otros, como Forensic Architecture o WAI Think Tank, operan de manera independiente. Lo que los une es su intención: explorar preguntas que van más allá de la entrega inmediata de edificios. El objetivo es influir en la arquitectura y la política urbana desarrollando nuevas ideas y conocimientos. En otras palabras, buscan influir en la práctica a través de la investigación, en lugar de al revés. Invierten el flujo habitual — utilizando la investigación para guiar la práctica, no solo para reflejarla — y crean espacio para que los arquitectos/as se pregunten "¿Qué pasaría si?" y persigan futuros alternativos.
Estas iniciativas a menudo difuminan la línea entre la academia y la práctica. Muchos colaboran con universidades o reciben financiamiento para investigación, lo que permite una exploración más profunda de temas como la sostenibilidad, la tecnología o la equidad social. Por ejemplo, la London School of Architecture (LSA) incluye "Design Think Tanks" en su currículo, emparejando estudiantes con firmas para desarrollar propuestas impulsadas por la investigación alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
La arquitectura debe volverse más anticipatoria a medida que el entorno construido enfrenta una creciente presión ecológica, tecnológica y social. La investigación producida por estos grupos informa estrategias de diseño, influye en la política urbana e introduce nuevos modelos de práctica. Este modo de indagación puede llevar a innovaciones concretas: nuevas técnicas de construcción, modelos de planificación o filosofías de diseño que no habrían surgido bajo condiciones de negocio habitual. Las oficinas ya no son solo proveedores de servicios, sino también agentes culturales. Al integrar la investigación, recuperan la agencia: la capacidad de definir qué preguntas importan y cómo la arquitectura puede abordarlas. En este modelo, la innovación no es un término de marketing, es un modo de responsabilidad.
Divisiones de investigación internas en la práctica
Varias firmas de arquitectura han establecido unidades de investigación internas que operan junto a su trabajo de diseño. Un ejemplo seminal es AMO de OMA, fundada en 1999 por Rem Koolhaas como un think tank "liberado de la obligación de construir" y libre para aplicar el pensamiento arquitectónico a dominios más allá de la construcción. Este formato permite a la oficina de Koolhaas explorar ideas en medios, política, tecnología y cultura sin las limitaciones de los informes de los clientes. A lo largo de los años, el equipo interdisciplinario de AMO ha colaborado en proyectos como escenografías de desfiles de moda para Prada e incluso una propuesta de una nueva bandera "código de barras" para la Unión Europea, abordando preguntas sobre identidad y comunicación a escala continental.
Otras firmas han adoptado modelos similares. El estudio danés 3XN, por ejemplo, creó GXN (G de Green), un estudio de investigación impulsado por el diseño que se centra en la sostenibilidad estratégica a través del diseño circular y conductual. Al albergar a GXN como una unidad semi-autónoma, 3XN puede prototipar ideas y probar eco-innovaciones antes de escalarlas en trabajos construidos, cerrando la brecha entre la especulación y la implementación en el mundo real.
Del mismo modo, en Zaha Hadid Architects, el grupo Diseño Computacional (CODE) opera como un laboratorio de investigación interno explorando el diseño paramétrico, la geometría y la fabricación digital, contribuyendo con conocimientos avanzados que a menudo encuentran su camino en las estructuras experimentalmente famosas de ZHA.
Incluso las grandes firmas globales están adoptando este modelo. Firmas como Gensler han creado equipos internos enfocados en investigación, análisis e innovación, operando casi como consultorías internas. Estas estructuras muestran cómo las prácticas comerciales están formalizando la investigación como un componente central. El resultado es un proceso de diseño más iterativo y rico en conocimiento, donde las ideas audaces pueden incubarse en paralelo antes de informar proyectos convencionales.
Centros de estudios independientes y académicos
Fuera de las firmas tradicionales, muchos colectivos independientes e institutos académicos operan como think tanks arquitectónicos, a menudo abordando las dimensiones sociales y políticas del espacio. Un ejemplo es Forensic Architecture, una agencia de investigación con sede en la Universidad de Londres que, desde su fundación, ha sido pionera en el uso de habilidades arquitectónicas como una forma de recolección de evidencia y defensa. Este grupo multidisciplinario de arquitectos, cineastas, periodistas, abogados y científicos investiga violaciones de derechos humanos y crímenes del estado analizando datos espaciales. A través del "análisis arquitectónico de imágenes", reconstruyen eventos para desafiar narrativas oficiales y redefinir lo que puede ser una práctica arquitectónica.
En TU Delft, The Why Factory (t?f), fundada por Winy Maas de MVRDV, opera como un laboratorio de investigación híbrido y plataforma educativa centrada en el futuro de las ciudades. Trabajando con estudiantes, t?f desarrolla modelos y visualizaciones de formas urbanas hiperdensas, automatizadas o alternativas, cerrando la brecha entre la academia y la práctica. Su producción —incluyendo exposiciones, instalaciones y la serie de libros Future Cities — lo posiciona como un laboratorio para futuros urbanos especulativos que contribuye activamente al discurso público y a la formulación de políticas. Al conectar la educación en diseño con provocaciones basadas en la investigación, t?f ejemplifica cómo las iniciativas académicas pueden moldear el pensamiento arquitectónico a múltiples escalas.
Operando en ciudades como Zúrich, Caracas, Bogotá y São Paulo, Urban-Think Tank (U-TT) unió la investigación académica con intervenciones en el mundo real, enfocándose en asentamientos informales y desigualdad urbana. Su investigación sobre la comunidad de rascacielos en Caracas conocida como Torre David llevó a una instalación galardonada en la Bienal de Arquitectura de Venecia 2012 — un café de arepas venezolano emergente que llevó la realidad vivida de una comunidad informal a los pasillos de la Bienal. Esta exhibición provocativa generó conversaciones importantes sobre vivienda y equidad (y luego informó proyectos de vivienda social reales) y cómo los arquitectos se relacionan con comunidades vulnerables, destacando tanto el potencial como los desafíos de traducir experiencias vividas en un discurso arquitectónico.
De manera similar, Territorial Agency opera como una organización independiente que fusiona arquitectura, análisis, defensa y acción a escala global. Con sede en Londres, el grupo realiza análisis territorial utilizando datos científicos y teledetección para examinar el impacto del Antropoceno en los hábitats humanos. Proyectos como Oceans in Transformation visualizan los efectos del cambio climático en las regiones marinas, con el objetivo de equipar a las comunidades con el conocimiento necesario para repensar el territorio en un mundo que cambia rápidamente.
Una nueva ola de estudios experimentales
En la última década, ha surgido una nueva generación de estudios y colectivos con la investigación y la experimentación en su núcleo. Estas prácticas híbridas combinan el diseño con la indagación teórica, expandiendo el papel de la arquitectura más allá de la construcción. Un ejemplo es Design Earth, una práctica colaborativa fundada en 2010 que opera entre EE. UU. y Europa. A través de proyectos especulativos — a menudo utilizando dibujos, mapas y técnicas narrativas — visualizan problemas planetarios como la geopolítica de la extracción de petróleo o los residuos espaciales en órbita. Al operar de manera independiente, Design Earth trata el diseño como una herramienta para la investigación ambiental, contribuyendo con perspectivas críticas sobre el cambio climático y remodelando cómo la arquitectura se relaciona con los futuros planetarios.
Mientras tanto, en África Oriental, Cave_Bureau ha estado redefiniendo la práctica arquitectónica al anclar su trabajo en el Gran Valle del Rift de Kenia. Con sede en Nairobi, el colectivo explora la intersección de la arquitectura, el urbanismo y la naturaleza a través de la investigación realizada dentro de cuevas, utilizadas como sitio y metáfora para reconectarse con narrativas prehistóricas, geológicas e indígenas. Este enfoque los llevó a convertirse en la primera firma keniana invitada a la Bienal de Arquitectura de Venecia 2021, donde presentaron El Museo del Antropoceno, una instalación provocativa que destaca historias coloniales y extracción a través de la lente de los espacios subterráneos.
En Europa, Space Popular explora el creciente ámbito digital, tratando los entornos virtuales como extensiones del espacio arquitectónico. El estudio investiga cómo el diseño espacial y la experiencia urbana se traducen en mundos digitales inmersivos, anticipando la convergencia de la arquitectura física y virtual. Esto demuestra cómo las prácticas emergentes están abordando el impacto de la tecnología digital en el espacio, no solo adoptando nuevas herramientas, sino teorizando y moldeando activamente el discurso sobre la arquitectura virtual.
Igualmente experimental, Assemble es un colectivo con sede en Londres fundado en 2010 que combina arquitectura, participación comunitaria y artesanía. Operando de manera democrática, el grupo a menudo inicia proyectos en colaboración con residentes y artistas, desde la transformación de viviendas abandonadas en Toxteth, Liverpool en viviendas asequibles y un taller gestionado por la comunidad hasta el diseño de parques infantiles y espacios públicos con la participación local. Como describe Assemble, su práctica cooperativa "habilita proyectos construidos, sociales y basados en la investigación a diversas escalas". No solo entregan resultados físicos, sino que también participan en la investigación sobre modelos de desarrollo alternativos.
Entre estas iniciativas, algunas están comenzando a surgir desde dentro de los estudios establecidos. Un ejemplo es ECHO, la rama experimental de la oficina de arquitectura portuguesa MASSLAB. Concebido como un think tank integrado en la práctica, ECHO fue creado para amplificar el discurso arquitectónico — su nombre refleja la creencia de que las ideas no deben permanecer estáticas, sino resonar, evolucionar y generar un impacto duradero.
Como el Kabinett de Herzog & de Meuron — que explora el archivo como una herramienta activa para interrogar y expandir el pensamiento arquitectónico, ECHO opera en la intersección de la investigación, el diseño y la documentación. Produce contenido crítico, visual y especulativo que sintetiza observaciones espaciales en provocaciones en lugar de conclusiones. Uniendo la arquitectura con agendas culturales, tecnológicas y sociales más amplias, ECHO funciona como un espacio de reflexión y reverberación. Con el lema "Ideas que Resuenan, Conocimiento que Transforma", desafía las convenciones arquitectónicas mientras informa el trabajo de diseño de MASSLAB. Al igual que sus pares, ECHO encarna un cambio hacia una práctica impulsada por la investigación, asegurando que las ideas arquitectónicas resuenen más allá de los proyectos inmediatos hacia la disciplina más amplia.
Redefiniendo la práctica y la producción de conocimiento
Lo que distingue a estos think tanks no es solo lo que producen, sino cómo y por qué operan. En lugar de responder a informes, inician indagaciones abiertas, colaborando a menudo con expertos más allá de la arquitectura — desde científicos hasta líderes comunitarios. Su trabajo se difunde ampliamente: a través de libros, artículos, exposiciones o medios digitales, muchos de estos grupos comparten su conocimiento de forma abierta, invitando a la crítica y al desarrollo adicional. Al hacerlo, contribuyen a formas emergentes de producción de conocimiento arquitectónico que son más colectivas e iterativas, ofreciendo ideas que pueden influir en políticas, tecnología y narrativas culturales.
Estos estudios e iniciativas también redefinen el papel del arquitecto. En lugar de esperar una respuesta, los arquitectos de los think tanks definen proactivamente los problemas que valen la pena resolver. Pueden actuar como facilitadores, educadores o activistas — roles tradicionalmente fuera del ámbito comercial de la disciplina. Esta libertad para especular y cuestionar es esencial para la innovación. Históricamente, las ideas radicales a menudo provienen de los márgenes — los think tanks de hoy formalizan ese espacio dentro y junto a la práctica. En lugar de competir con los estudios tradicionales, los complementan: las grandes firmas crean think tanks para seguir siendo innovadoras, mientras que los grupos independientes dependen de asociaciones basadas en la práctica para probar sus propuestas en el mundo real.
Este artículo es parte de los temas de ArchDaily: ¿Qué es la Inteligencia del Futuro?, presentado orgullosamente por Gendo, un copiloto de IA para arquitectos.
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